Con el lanzamiento del nuevo Vision Pro de Apple, pareciera que el futuro nos alcanza. La experiencia de la tecnología se presenta como un nuevo apéndice de nuestro cuerpo enlazado al cerebro a través articulaciones completamente digitales. El uso de aplicaciones, la comunicación, el entretenimiento y la productividad encontrados por ahora en nuestros dispositivos inteligentes, se traslada a unos lentes y nos sumergen en un nuevo mundo virtual.
Luego del furor que me recorrió como pequeños efectos eléctricos en la piel, me llegó un ataque racional con la tónica de un “estate quieto”, al pensar en un pequeño detalle: Si hoy somos tan dependientes de nuestros dispositivos inteligentes, ¿qué pasará con nosotros cuando nuestra mirada, y nuestra atención, estén sumergidas en una realidad solo existente dentro del nuevo visor de Apple?
Es innegable que nuestra dependencia de la tecnología nos está transformando socialmente. Muchas personas tienden a utilizar sus teléfonos de manera continua y frecuente, incluso en situaciones en las que no es necesario o apropiado. Incluso llegan a experimentar dificultades para desconectarse y dedicar tiempo a otras actividades o relaciones.
La dependencia tecnológica a menudo está acompañada de síntomas de ansiedad y agitación cuando no se tiene acceso a los dispositivos o cuando hay problemas técnicos. Me ha tocado ver personas que se muestran incómodas o inquietas si no pueden utilizar sus smartphones durante un período relativamente largo.
En otros casos, las personas presentan dificultades para desconectarse y experimentan ansiedad al sentirse desconectados del mundo. Necesitan estar en línea.
Solos, pero acompañados
La dependencia tecnológica puede llevar a una disminución en la interacción social cara a cara. Las personas pueden preferir comunicarse a través de mensajes de texto, redes sociales o aplicaciones de mensajería en lugar de interactuar directamente con otros. Esto puede afectar negativamente las habilidades de comunicación interpersonal y la calidad de las relaciones personales.
La dependencia a la tecnología está causando muchos problemas de comunicación en los seres humanos, según lo han advertido muchos expertos. Sherry Turkle, profesora del MIT, advierte en su libro Alone Together, que «la tecnología es seductora cuando lo que ofrece cumple con nuestras vulnerabilidades humanas. Y resulta que somos muy vulnerables. Estamos solos pero temerosos de la intimidad. Las conexiones digitales y el robot sociable pueden ofrecer la ilusión de compañía sin las demandas de la amistad. Nuestra vida en red nos permite escondernos unos de otros, incluso cuando estamos atados el uno al otro. Preferimos enviar mensajes de texto que hablar».
Esto me hace recordar las reuniones familiares donde adolescentes (y muchas veces adultos), sentados en proximidad, absortos en sus teléfonos, chatean y sonríen mirando videos, ignorando por completo la presencia de los demás.
Necesitamos tanto de estos aparatitos, que ya no nos necesitamos entre nosotros. Y eso, parece cada vez más recurrente.
Necesito un like
En gran medida, la “culpa” es de las redes sociales. En 2012, según datos de la firma Statista, en el mundo las personas dedicaban a las redes sociales un total de 90 minutos al día; sin embargo, en 2022 el tiempo registrado fue de 151 minutos, es decir, dos horas y media cada día.
Las redes sociales y otras plataformas en línea ofrecen una forma de validación social instantánea a través de «me gusta», comentarios y seguidores. Las personas dependientes pueden buscar constantemente esta validación y sentirse mal si no la reciben. Pueden sentir la necesidad de estar constantemente conectados y actualizados en las redes sociales para mantener su imagen y popularidad en línea.
No es secreto que las personas no solo se entretienen con las redes, sino que las utilizan para comerciar, para buscar servicios y productos e incluso para mantenerse informados. De hecho, en la actualidad, no hay noticiero, sea radio, televisión o impreso; que no esté presente en una red social.
Desafortunadamente, esto ha sido capitalizado por personas o grupos no dedicados al periodismo y que emplean las redes sociales para propaganda o para regar información falsa, aprovechando algunas tendencias de contenido y generando una llamarada incesante de desinformación que no cesa al ser alimentada por el combustible de los algoritmos de las redes que recogen, no lo más cierto, sino lo más visto, para darle más visibilidad en sus plataformas.
Productivos pero conectados
Pero también está la otra cara de la moneda. Muchas personas utilizan sus dispositivos móviles para tareas relacionadas con el trabajo o la productividad, como revisar y responder correos electrónicos, administrar calendarios, tomar notas, usar aplicaciones de productividad, realizar videollamadas o acceder a documentos en la nube.
Para quienes saben sacar provecho de los teléfonos inteligentes, resulta muy productivo, aunque la disponibilidad juega en contra y pueden extender sus horas laborales, quedando anclados y desarrollando una creciente ansiedad. Además, las personas dependientes pueden distraerse fácilmente con las notificaciones y las distracciones en línea, lo que dificulta su capacidad para concentrarse en las tareas importantes.
La dependencia de los dispositivos tecnológicos puede tener un impacto significativo en la productividad de las personas. Aunque la tecnología ha proporcionado herramientas y recursos que pueden mejorar la eficiencia y facilitar el trabajo, también puede generar distracciones y reducir la concentración, lo que afecta negativamente la productividad. Aquí hay algunas formas en las que esto puede ocurrir:
Distracciones constantes: Los dispositivos tecnológicos, como los teléfonos móviles y las computadoras, son fuentes de distracciones constantes. Las notificaciones de mensajes, correos electrónicos, redes sociales y otras aplicaciones pueden interrumpir la concentración en las tareas importantes. Cambiar constantemente entre las tareas laborales y las distracciones digitales puede afectar negativamente la productividad y la calidad del trabajo.
Algunas personas me han comentado que ahora son más productivos porque pueden hacer muchas cosas a la vez, como revisar correos electrónicos o responder mensajes mientras están en una reunión. Sin embargo, hay estudios han demostrado que el cerebro humano no es efectivo en realizar múltiples tareas simultáneamente. La multitarea disminuye la eficiencia y la calidad del trabajo, ya que se pierde tiempo y se cometen más errores al cambiar constantemente el enfoque. Uno de ellos, data de 2001, «Executive Control of Cognitive Processes in Task Switching», de Joshua S. Rubinstein, David E. Meyer y Jeffrey E. Evans; en el que se expone a voluntarios a una serie de experimentos para poner a prueba su capacidad de concentración con tareas múltiples.
Sin embargo, es difícil resistir la tentación de “echar una miradita” al celular mientras se está en una junta o en un aula, o leyendo un texto; pues la tecnología ofrece una gratificación instantánea a nuestro cerebro, la cual exige la necesidad de responder de manera instantánea o verificar las respuestas a un tema de interés en las redes sociales. ¿Quién quiere quedar fuera de la conversación del chat de los amigos para regodearse con una buena anécdota del fin de semana pasado? Podríamos quedar fuera del “recalentado” del suceso… y mientras el orador frente a nosotros… completamente ignorado. Esta dependencia de la gratificación instantánea puede dificultar, sin duda, la concentración en las tareas laborales y disminuye la productividad a largo plazo.
Es por eso por lo que, al estar metidos en nuestras “pantallitas”, nos reduce el tiempo y la concentración para realizar tareas importantes y de alto valor. El tiempo que se dedica a revisar y responder mensajes, navegar en línea o entretenerse con aplicaciones reduce el tiempo disponible para trabajar en proyectos importantes, tomar decisiones estratégicas o realizar tareas que requieren un enfoque profundo.
Así es que si eres de los pocos que pueden utilizar eficazmente la tecnología como una herramienta para mejorar su productividad, valdría la pena que te ofrezcas para un test, porque es muy posible que te des cuenta de que no te has dado cuenta de qué tanto te ves afectado en el día a día por las distracciones y la dependencia.
La tecnología es más adictiva que el azúcar. Establecer límites, practicar la disciplina digital y utilizar estrategias de gestión del tiempo pueden ayudar a mitigar los efectos negativos, pueden ser clave para aumentar nuestra productividad en un entorno digital.
Mientras tanto, nos vemos al rato en nuestro grupo de TA (Tecnológicos Anónimos).