Converso

El poder de los videojuegos en la vida real

Hace un par de años participé en un proyecto fascinante con estudiantes del Tec de Monterrey. Les propusimos un desafío: diseñar un videojuego que nos ayudara a perfilar candidatos para procesos de reclutamiento. 

La idea era integrar pruebas y retos dentro del juego que evaluaran las soft skills de los candidatos, incorporar elementos psicométricos y probar su capacidad de resolución de problemas y toma de decisiones, incluso en contextos que pusieran a prueba su ética. 

Los resultados fueron muy interesantes: desde islas del tesoro pobladas por piratas, hasta despachadores de gasolineras enfrentando retos en turnos nocturnos. Pero lo que realmente me hizo reflexionar fue cómo la gamificación, más allá de ser un simple pasatiempo, puede transformarse en una herramienta vital en múltiples aspectos de la vida real.

Nos gustan las recompensas


La gamificación tiene el poder de hacer atractivo casi cualquier proceso. Especialmente si tenemos algún tipo de reconocimiento. Y para muestra de ello, mi propio botón. Recuerdo haber sido un ávido usuario de Tripadvisor, pues me gustaba mucho que me gratificaban con badges por distintas actividades: viajes, reseñas de países, experiencias. Me volví un cazador de estos reconocimientos virtuales, y debo reconocer que alcancé un muy buen nivel, pues logré acumular más de 50,000 visitas en mis reseñas. Aunque eventualmente lo dejé, la experiencia fue reveladora.

Regresando a nuestro tema, mucho he pensado en lo poderosas que serían estas plataformas si se realizaran con modelos de videojuego. Por ejemplo, si se usara para la evaluación de empleados, los juegos de simulación pueden ser herramientas increíbles para determinar cómo los empleados manejarían situaciones reales de trabajo. Imaginen un juego donde tienes que liderar un equipo virtual en un proyecto real, planteado con base en información de la empresa, con escenarios reales y conflictos que te lleven decisiones críticas. Esto no solo retaría tus habilidades, sino que también las ejercitaría de manera efectiva, como un modelo de capacitación bastante empírico.

La gamificación también puede ser una potente aliada en la construcción de identidad corporativa. Crear juegos donde los empleados se sumergen en roles que reflejan los valores y la cultura de la empresa no solo es educativo, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y compromiso con la organización.

Involucramiento auténtico

Otro aspecto fascinante es cómo puede motivar y comprometer a los empleados creando sistemas de puntos y recompensas, tableros de liderazgo, competencias lúdicas, etcétera. Todas estas son maneras de impulsar la productividad y el entusiasmo. De hecho, los modelos de innovación y mejora continua son más o menos eso… pero sin videojuegos. 

Yo atestigüé, con mis propios ojos, cómo estos sistemas fomentan un ambiente de trabajo dinámico y emocionante, donde cada logro se siente como una victoria personal. Por eso no dudo que la formación y el desarrollo a través de juegos educativos y simulaciones de realidad virtual también abren un mundo de posibilidades. 

Yo he pensado muchas veces en que podríamos usarlas para el reclutamiento y la selección de personal. Utilizar juegos para evaluar a los candidatos puede revelar habilidades y aptitudes de una manera más completa y menos estresante que las entrevistas tradicionales. En nuestro proyecto con el Tec, vimos cómo los candidatos se involucraban de manera más auténtica, mostrando sus verdaderas habilidades en un entorno que desafiaba su creatividad y ética.

Me queda claro que la gamificación, más que una moda pasajera, es una herramienta poderosa que trasciende los límites del entretenimiento. Su aplicación en el mundo real, desde el reclutamiento hasta el desarrollo personal, muestra su capacidad para transformar y enriquecer nuestras experiencias laborales y personales. 

Como alguien que ha experimentado tanto su lado lúdico como su potencial práctico, puedo afirmar que los videojuegos y la gamificación tendrán cada vez más un lugar destacado, no solo en nuestras pantallas, sino en nuestro día a día.

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