Es curioso. El fin de semana pasado en una sesión de cine que podría catalogar como deseo retro, escogí casi por curiosidad una cinta de 1992 dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Meryl Streep, Bruce Willis y Goldie Hawn, en la que, con un humor bastante oscuro, se presenta un extraño debate ético entre la inmortalidad, la belleza y la medicina. Me refiero al filme “La muerte le sienta bien”.
Y menciono que es curioso porque justo en días recientes había estado revisando información relacionada con el uso de las nuevas tecnologías de la información (incluyendo aquellos que se cruzan con genética, farmacología, biotecnología y el uso de la inteligencia artificial), que buscan aletargar el envejecimiento o, incluso, detenerlo o curarlo como si se tratara de una enfermedad.
Meryl Streep, en el filme, recurre a la toma de una poción que le es entregada de la mano hermosa y exótica bruja (Lisle Von Rhuman) quien le asegura alcanzar con ella la “eterna juventud”.
La promesa es cumplida, pero se entrega a un alto precio. Me ahorro los detalles y los invito a verla, porque es justo cuando se comienzan a desarrollar una serie de escenas divertidas que le dan cuerpo a esta comedia. Prefiero irme directo al tema: el dilema ético y del entendimiento de la naturaleza humana, que me parece bastante pertinente para la época que estamos ya comenzando a vivir.
El destino parece alcanzarnos y los sueños futuristas de escritores y cineastas parecen estar muy al alcance de nuestra generación.
No son brebajes mágicos
Los avances en tecnología médica están acercándonos a un punto en el que la expectativa de vida y la calidad de la salud pueden mejorar drásticamente. Pero no solamente son brebajes mágicos ni tienen que ver precisamente con actos de hechicería; sino que la calidad de vida y el aletargamiento de la edad se presentan tanto con tratamientos a nivel celular como con dispositivos o gadgets que nos vigilan para asegurar que nuestro cuerpo funcione “como maquinaria de reloj suizo”.
La tecnología phygital está cada vez más ligada a la medicina. Esta conexión entre aparatos físicos y sistemas digitales, con nuestras señales biométricas, generan enlaces diseñados para monitorear el desempeño de nuestra salud y administran datos que permitan generar análisis y diagnósticos, así como alertas preventivas y conceptos prescriptivos más exactos.
La tecnología phygital es capaz de generar experiencias interactivas y personalizadas. Algunos ejemplos de estos componentes médicos son los dispositivos wearables (de vestir), el arribo de la inteligencia artificial (IA) como método de diagnóstico y el aprendizaje automático (ML) en sistemas de análisis clínico.
Por ahora los relojes digitales, que se conectan a nuestros teléfonos, ofrecen aplicaciones que pueden mirar nuestro ritmo cardiaco o incluso la presión sanguínea (con una precisión todavía a veces en duda); o bien, el simple hecho de medir los ciclos de actividad física y calorías quemadas ya representa un muy buen avance de lo que para la vigilancia de la salud representa, sobre todo si lo comparamos con lo disponible hace apenas un par de décadas.
Pensemos en los parches para diabéticos. Esos que se instalan en los brazos de un paciente para monitorear de manera constante y permanente sus niveles de glucosa. Esta información, en manos de un médico, ayuda a determinar el desarrollo de la enfermedad del paciente y el tipo de tratamiento que este debe seguir.
Estos dispositivos están cambiando la forma en que se previenen, diagnostican y tratan las enfermedades, y permiten una medicina personalizada y de mayor prevención.
¿Nuevos instrumentos médicos?
Ahora, los médicos comienzan a aprovechar la tecnología phygital para mejorar significativamente la atención a algún paciente. Siguiendo con el ejemplo de wearables, como el Apple Watch y el Fitbit Charge 5, los médicos serán capaces de darles uso para seguir parámetros vitales como la frecuencia cardíaca, los niveles de oxígeno en la sangre y la actividad física, datos que pueden ser enviados en tiempo real a un especialista y ayudar en la detección temprana de anomalías, lo cual aseguraría intervenciones oportunas. Tal como monitorear el ritmo cardiaco de un enfermo del corazón, que podría disparar una alerta al médico y evitar que el paciente entre en una crisis o responder de inmediato a un ataque.
Otro campo interesante es la telemedicina, misma que es ahora potenciada por la tecnología phygital, dando paso a los médicos para realizar consultas a distancia, mejorando el acceso a la atención médica y optimizando su tiempo. Esto es especialmente útil en áreas rurales o de difícil acceso, donde los pacientes pueden recibir atención especializada sin necesidad de desplazarse.
Los sistemas de información, al descansar en el big data, serán una herramienta útil para que los médicos identifiquen patrones y tendencias que pueden no ser evidentes a simple vista.
Pero si además le sumamos IA, ya hablamos de analizar datos de miles de pacientes para predecir brotes de enfermedades infecciosas como la gripe o el COVID-19. Con ello, autoridades de salud pública podrían implementar medidas preventivas de manera proactiva.
Datos saludables
Los algoritmos de aprendizaje automático son otro gran ejemplo, ya que pueden ser entrenados para predecir la aparición y progresión de enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Estos modelos pueden identificar factores de riesgo y predecir quiénes son más propensos a desarrollar estas enfermedades, dando paso a intervenciones tempranas que pueden salvar vidas.
Los sistemas de gestión de datos de salud, como los registros médicos electrónicos (EMR), recopilan y almacenan información médica de los pacientes. Esta información, también puede ser analizada para mejorar la calidad del cuidado, identificar tendencias en la salud de la población y personalizar tratamientos.
No me queda la menor duda de que la integración de la tecnología phygital representa un gran futuro en la medicina, mejorará la detección de las enfermedades, podría prevenir que se desarrollen.
El siguiente paso, tal como sucede con Meryl Streep y Goldie Hawn, será buscar la manera de aletargar el envejecimiento y, más que recurrir a un cirujano plástico, para que maquille el deterioro o “descomposturas” de la salud, bastará contar con los gadgets adecuados que nos permitan disfrutar de una “vejez jovial y saludable”. Como dicen por ahí, el primero humano en vivir 150 años, ya nació. Esperemos a ver qué tajada de elixir de eterna juventud nos toca aún.