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Así, el mantenimiento ha mantenido su desarrollo

No hay duda de que el mantenimiento industrial es una de las áreas que más ha evolucionado en las últimas décadas. Desde su valoración como componente importante en los procesos de producción, hasta la incorporación de tecnología en sus tareas.

Recuerdo que las primeras soluciones digitales para gestionar el mantenimiento eran herramientas bastante rudimentarias. En sus inicios, se trataba de sistemas diseñados para llevar un control básico de las tareas de mantenimiento, registros de activos y programación. Mucho de ello, alimentado a partir de registros en papel.

Todo estaba muy lejos de lo que vemos ahora. Con los años, estas plataformas evolucionaron, y lo hicieron a medida que las necesidades de las empresas se volvieron más complejas. Por ejemplo, sistemas como Máximo o Datastream, pasaron de ser solo un sistema de registro para incorporar capacidades analíticas, conectividad y, más tarde, integración con tecnologías emergentes como el Internet de las Cosas (IoT). Con el tiempo, algunas de estas marcas fueron absorbidas por los sistemas ERP.

A la par, los módulos de mantenimiento de los sistemas ERP comenzaron a ofrecer una visión holística, integrando no solo la programación de tareas, sino también aspectos como la planificación de recursos y la alineación con los objetivos de producción. Esto permitió a las empresas conectar las operaciones diarias con la estrategia global, reduciendo interrupciones no planificadas y optimizando los recursos.

Todo esto era ya una revolución, pero lo que ha pasado en los últimos diez años con la llegada de la sensorización y el IIoT es algo que pocos pudimos haber imaginado.

El ciclo SW-HW

En la actualidad, los sensores son la columna vertebral de los sistemas de mantenimiento avanzados. Cada máquina crítica en una planta puede equiparse con sensores que monitorean variables como vibraciones, temperatura, presión y consumo energético, generando un flujo constante de datos en tiempo real.

Estos datos, que antes solo podían interpretarse con mucho esfuerzo y tiempo, ahora se analizan al instante. Entonces, entra en juego el machine learning. Los algoritmos aprenden de estos datos, identifican patrones y detectan anomalías que podrían ser el preludio de una falla. Esto no es solo mantenimiento predictivo; es casi como si las máquinas tuvieran un sexto sentido.

En lugar de esperar a que un equipo se descomponga o una pieza se rompa, el sistema nos dice con precisión cuándo es el momento adecuado para intervenir. Esto no solo ahorra tiempo y dinero, sino que también alinea las tareas de mantenimiento con los planes de producción, minimizando cualquier impacto en las operaciones.

La inteligencia artificial ha llevado esta capacidad aún más lejos.

No solo analizamos datos históricos y en tiempo real; ahora podemos simular escenarios, predecir el impacto de ciertas condiciones en el rendimiento de las máquinas y, en algunos casos, incluso automatizar decisiones.

Pensemos en un sistema que no solo te avise sobre una posible falla, sino que también ordene las piezas necesarias, programe un técnico y ajuste la producción para evitar cuellos de botella mientras se realiza el mantenimiento. Eso ya no es ciencia ficción; es lo que muchas empresas están implementando en sus operaciones.

Nuevas tecnologías, nuevas posibilidades 

Pero esto no se detiene en los datos y las decisiones. La realidad aumentada y la realidad virtual han añadido una capa completamente nueva de posibilidades. Con dispositivos de realidad aumentada, los técnicos pueden recibir instrucciones visuales superpuestas en su campo de visión mientras trabajan en una máquina.

Esto no solo acelera las reparaciones, sino que también reduce los errores, ya que las indicaciones son claras y específicas para el problema que están abordando. Por otro lado, la realidad virtual se ha convertido en una herramienta de capacitación esencial. Los técnicos pueden practicar reparaciones complejas en un entorno simulado antes de enfrentarse a la maquinaria real, lo que reduce significativamente los riesgos y los tiempos de inactividad.

En términos técnicos, lo que hace esto posible es la convergencia entre las tecnologías de operación (OT) y las tecnologías de información (IT). Antes, estas áreas solían trabajar en silos. Los equipos de IT se encargaban de los sistemas de información empresarial, mientras que OT gestionaba las operaciones de planta.

Ahora, estas dos disciplinas se están fusionando, y esto está transformando la forma en que manejamos el mantenimiento. Los sistemas avanzados ya no solo dependen de datos locales; ahora integran información de toda la organización y de fuentes externas, como proveedores y socios logísticos. Esto crea un ecosistema de mantenimiento inteligente, donde cada decisión está respaldada por datos precisos y en tiempo real.

Mirando hacia el futuro, veo que el potencial de estas tecnologías apenas comienza a explorarse. La inteligencia artificial seguirá avanzando, probablemente hacia sistemas aún más autónomos que no solo predigan y diagnostiquen problemas, sino que también ejecuten reparaciones automatizadas en tiempo real.

La integración con robots y drones para inspecciones y tareas de mantenimiento en lugares de difícil acceso será cada vez más común. Y con el avance de la realidad aumentada, no sería sorprendente que, en unos años, los técnicos puedan resolver problemas complejos simplemente siguiendo hologramas interactivos proyectados en sus gafas inteligentes.

Por supuesto, este nivel de avance técnico viene con desafíos. La ciberseguridad es una preocupación constante, ya que la conexión de tantos dispositivos y sistemas crea vulnerabilidades. Además, la capacitación del personal es crucial. No podemos esperar que los técnicos tradicionales adopten estas tecnologías de la noche a la mañana; requiere un cambio cultural y educativo que las empresas deben liderar.

Estoy seguro de que estamos en un punto de inflexión. El mantenimiento industrial está pasando de ser una función reactiva para convertirse en un proceso estratégico, impulsado por datos, inteligencia artificial y tecnologías inmersivas. Esto redefine lo que es posible en términos de productividad, eficiencia y sostenibilidad. Y lo mejor de todo es que este cambio no muestra signos de desaceleración. Al contrario, parece que apenas estamos comenzando a ver lo que podemos lograr con estas tecnologías.

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